Luna pálida de Septiembre
Se detuvo el reloj en el instante, olvidando el tiempo en un segundo.
La cajita de música quebró su melodía en un silencio. El viento volvió a la esquina siendo sombra, remontando las calles vacías a galope ciego. Las hojas secas de otoño ya se lanzan al vuelo.
El buzón vacío: sólo una carta conocida. Se eleva el ascensor y aquella llave gastada aún abre la puerta de casa. Y se encienden las luces y se acomoda pensando en que será mejor cambiar la ropa del trabajo por el pijama. Pero, ni ganas. Las gafas abandonan su estuche viejo envuelto en terciopelo negro y, a la luz de la mesilla del teléfono, la carta dibuja una débil línea de sombra... ¿Dónde estará el dichoso abrecartas? preguntaba al aire con la emoción colgada de los labios. Acabó rompiendo el sobre por un lateral y, dentro... aguardaba una postal...
Un corazón de chocolate rodeado de mariposas... qué imagen más dulce...pensaba.
Querido,
me encuentro en alguna parte del mundo. He descubierto mi libertad en estos caminos que sigo sin mapas. Él (mi corazón) me guia. Me instaló mariposas en el estómago y cada día me revolotean.
No voy a volver...
Fue chocolate amargo...musitó. Y la imagen se volvió borrosa a sus ojos...
La cajita de música quebró su melodía en un silencio. El viento volvió a la esquina siendo sombra, remontando las calles vacías a galope ciego. Las hojas secas de otoño ya se lanzan al vuelo.
El buzón vacío: sólo una carta conocida. Se eleva el ascensor y aquella llave gastada aún abre la puerta de casa. Y se encienden las luces y se acomoda pensando en que será mejor cambiar la ropa del trabajo por el pijama. Pero, ni ganas. Las gafas abandonan su estuche viejo envuelto en terciopelo negro y, a la luz de la mesilla del teléfono, la carta dibuja una débil línea de sombra... ¿Dónde estará el dichoso abrecartas? preguntaba al aire con la emoción colgada de los labios. Acabó rompiendo el sobre por un lateral y, dentro... aguardaba una postal...
Un corazón de chocolate rodeado de mariposas... qué imagen más dulce...pensaba.
Querido,
me encuentro en alguna parte del mundo. He descubierto mi libertad en estos caminos que sigo sin mapas. Él (mi corazón) me guia. Me instaló mariposas en el estómago y cada día me revolotean.
No voy a volver...
Fue chocolate amargo...musitó. Y la imagen se volvió borrosa a sus ojos...
7 comentarios
bokuden -
Pedro Glup -
Pero espero no recibir una carta así
La Mariposa -
Tal real como la vida misma. Es como cuando te comes un bombón y, al dar el primer mordisco, te sale disparado todo el alcohol y no te gusta el alcohol en los bombones porque tapa su dulzura. ¡Pero hay que tragárselo, chica! Que eso de escupir está muy feo...
Precioso relato...
Besos voladores
Carlos -
Como vas??
Bueno, que me sigue gustando todo lo que escribes... pero a veces se me olvida visitar los blogs que me gustan... así que perdona.
Una pena lo del chocolate... porque el amargo esta tan, tan bueno... en fin, esperemos que la proxima vez ese chocolate sea con helado, con fresas, con cava o con caricias de una mano suave pero firme.
Un saludo,
Carlos.
hechi -
Besitos con estrellas
LeeTamargo -
TE SALUDO:
LeeTamargo.-
Marta -
Maravillosa descripción, me he sentido transportada por tus palabras a esa calle, he subido por el ascensor, y hasta he cogido las gafas de su estuche... Hasta que he leído la última línea, y el embrujo se rompió. (no se malinterprete esta última frase)
No me esperaba ese final, pero es tan real, a la vez que tristón, snif, que el clima conseguido con el paseo se ha convertido en aire insoportable de respirar. Y es que un chocolate amargo, empalaga, aunque antes hayan sido dulces.
Besos!