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Duna Loves

Tanto rojo bajo los párpados

Tania  

Había fumado demasiado. Me dejé caer en la cama y, dentro de mi cabeza, todo empezó a dar vueltas. Ella, como si nada, cantaba 'la la I love you' mientras buscaba unas braguitas medio limpias en su montañita de ropa sucia. Ya llevaba en casa más días de los previstos. La había conocido una semana antes, de gira con la compañía. Una obra en verso, en fin. El caso es que se me estuvo a punto de olvidar el texto cuando la vi a ella entre el público, mirándome.  Ahora era yo quien la observaba desde mi cama, y me mareaba al verla danzar de un lado al otro de la habitación. Al tararear movía la cabeza y erguía la espalda. Me entretenía mirando los pliegues de su camiseta. 

- No me quedan braguitas limpias. ¿Me dejas unos calzoncillos? 

Al detenerse, conseguí enfocarla. Habíamos bebido y fumado lo mismo. Definitivamente, tenía más aguante que yo. Y pensar que tenía veinte años. ¿Dónde habría aprendido a hacerlo así? Mientras pensaba esto, una nube blanca de puntos brillantes me dejó ciego unos segundos. 

- Coge los que más te gusten, pero, por favor, tráeme algo que me levante un poco, me ha dado una bajada de tensión. Creo que hay chocolate en la cocina. 

- No, el chocolate está aquí, en la mesa, ¿de verdad quieres que me haga otro? Se te ve muy pálido, mi amor… 

- Tania, por favor. 

En realidad no se llamaba Tania, pero había algo en sus gestos que me recordaba a uno de mis amores frustrados. Y ésta era la revancha. Mi primera Tania tenía catorce años, los mismos que yo por entonces, cuando vino a vivir a mi barrio. Sus padres habían conseguido salir de Rusia, ella decía que comían mal, en el mercado nunca había de nada, aquí siempre hay de todo, qué bien. Me declaré con un '¿Quieres salir conmigo?' que me costó la misma vida y no le metí mano porque era rusa y porque quería estar con ella mucho tiempo y hacerlo bien. Se aburrió de esperar y me dejó al poco. Sin embargo, con el noventa por ciento de las que han llegado después, me he acostado la primera noche. Desconocidas. Recién conocidas. El amor es una flor que se alimenta con insectos, me decía un amigo.  

Mi Tania con braguitas sucias era de las del noventa por ciento, pero había algo en el modo de usar sus manos que me advertía del gran peligro que estaba corriendo. Bebiendo de un vaso, fumando o lavándose los dientes, era imposible retirar la mirada de sus manos. Y yo no estaba acostumbrado a esas cosas.  -

 Tania, estoy mal, por favor, acércame el chocolate, en el mueble de la derecha, por favor, Tania… 

- Señor Por Favor, ¿Quiere hacer el favor de llamarme por mi nombre? 

- Tania, pero si te queda muy bien, deberías estar agradecida por haberte conseguido el nombre que tus padres no te supieron dar. Pásame el chocolate, ¿quieres? 

No siempre era así. A menudo nos pasábamos las noches despiertos, en casa, hasta las siete de la mañana. Jugábamos al parchís, nos leíamos cosas, charlábamos. Aquella noche algo iba mal. Así que escucho un zumbido y siento ese algo que viene hacía mí y abro los ojos cuando zas, tableta de chocolate en el ojo, la boca se me abre y la bola del ojo late y parece que no cabe en su hueco. Tania se acerca arrepentida. 

- ¿Te he hecho daño, mi amor? 

Después de aquello venían los mimos. Besos, caricias, silencio y, al poco, Tania dormida. Fue entonces cuando empecé a escribir esa novela que hacía tanto quería escribir y nunca me decidía a comenzar. Sería una de esas novelas autobiográficas en la que uno escribe todas sus miserias y se cree estar haciendo algo grande. Así que me dije, ¿Y por qué no empezar escribiendo sobre esta noche, sobre Tania, sobre sus bragas sucias? Y me puse con esto, con lo que estás leyendo ahora, o mejor dicho, con lo que has estado leyendo hasta llegar a este párrafo.

Este relato se encuentra en el nuevo libro de Julio de la Rosa, Tanto rojo bajo los párpados, editado bajo el sello Chorrito de Plata de Enrique Bunbury. Y ¿quién es Julio de la Rosa? Pues es un músico, componente de El Hombre Burbuja hasta su disolución en 2002, que con Las leyes del equilibrio (2005) inicia su carrera en solitario.

Ahora, con Tanto rojo bajo los párpados, entra en el mundo editorial. El libro está compuesto por tres bloques: uno de poemas, otro de relatos y otro que funciona como diario de viaje. Se pone a la venta a través del myspace del propio Julio a un precio de 7 euros, gastos de envio incluidos. Así que ya sabes, regala arte estas navidades.

2 comentarios

saco's man -

Me ha gustado. El hombre burbuja... tengo algún disco, 'nadando a croll' creo que se llama, y ya apuntaba maneras de poeta. Si puedes bajarte 'Kill the mosquito'lo comprobarás.

Mia -

...linda! Que gracia al abrir mi myspace que me he encontrado con que estabas por ahi!!! :)

muamuaaa